Visitando Salento y el Valle de Cocora

31 agosto 2009

Una vez llegados a la estación de Armenia por la mañana, hemos esperado a una tía de Maru, Lucero, y hemos cogido otro autobús hacia Salento (3000 pesos).

Es un pueblo típico y turístico en la zona cafetera en el departamento de Quindío (Dios de la tierra) y posee alternativas atractivas para hacer por los alrededores. Nos hemos alojado en un destartalado pero económico hospedaje (15000 pesos con agua caliente) en la misma plaza principal. Para dormir ya nos va bien. Después, hemos cogido uno de los ‘willis’ que se exhiben en la misma plaza para ir a visitar el Valle de Cocora. En el coche, se suben más personas de las que caben, por lo tanto, hay gente sentada, otros de pie, otros colgados por fuera y otros sobre el coche junto a bultos que van dejando la gente del pueblo para transportarlos. Después de la aventura por carretera y camino, hemos comido trucha de la zona al ajillo (crema de leche y ajo).

Hemos contratado una ruta a caballo de 3 horas (25000 pesos por persona y 25000 por el guía) para visitar el valle. Entre pedregosos caminos empinados (trocha) en los que en algún momento hemos dudado de la eficacia de los caballos, hemos podido observar la flora y unos paisajes excelentes. También hemos recorrido el rio hasta llegar a la Reserva de Acaime, nombre que recibe de un cacique, donde hemos tomado algo entre colibríes de varias clases. Son las aves más pequeñas y rápidas, las únicas que pueden volar marcha atrás y pueden aletear 180 veces por segundo. Gastan tanta energía que necesitan beber contantemente un líquido que prepara la gente del lugar a base de agua, azucar y vainilla. Bajo mi punto de vista, son unos animalitos preciosos y sociables. Una experiencia inolvidable. El recorrido a caballo ha acabado a galope por el verdoso valle lleno de palmas de cera, símbolo nacional. Aunque se puede conseguir cera de los tallos de las altas palmeras, está prohibido extraerla porque están protegidas. Hemos vuelto a la población, esta vez en lo alto del ‘willi’ cosa que nos ha dado sensación de libertad a la vez que temor por volcar. En ese trayecto hemos conocido a unos catalanes que iban también de mochileros por Sudamérica.

Una vez hemos llegado a la población, hemos tomado agua de panela y queso campesino para recuperar fuerzas. Nos hemos duchado, cenado, tomado un aguardiente y a dormir.