A las 5 de la madrugada, nos hemos levantado cansadísimos Jonathan y yo para coger un autobús hacia Tupiza (50Bs). Si la poca comodidad en la mayoría de los autobuses se le suma una carretera destapada, el camino promete ser pesado y largo. Todo lo eso lo compensa la capacidad que tenga uno de dormirse en tan malas condiciones y un paisaje que amenice el trayecto. casi llegando a Tupiza hay unas bonitas montañas erosionadas de tal forma que parece que hayan sido esculpidas expresamente por el nombre pero no es así. Después de pinchar una rueda, tener problemas eléctricos, perder líquido de la dirección y hacer varias paradas a lo largo del recorrido, hemos llegado a Tupiza que no es ni mucho menos la meta de mi viaje pero sí que es el lugar en donde me despido de mi buen amigo francés Jonathan del cual, sin duda, volveré a reencontrarme en mi camino. Si él se ha ido a Tarija, al sur de Bolivia, para conseguir información de una ONG para su tesis, yo he cogido otro bus que me ha llevado hasta Villazón el cual tampoco es mi destino definitivo en el día de hoy y mis motivos son más mundanos. Más de cuatro horas por una incómoda carretera destapada en la que se ha incluído otro pinchazo me han llevado hasta la frontera de Bolivia con Argentina. A las 18:00 he llegado a Villazón donde he cambiado algo de dinero y donde he tenido que caminar unos diez minutos desde la terminal hasta el puente que hace las veces de paso fronterizo. Una vez hechos los tramites de salida y entrada y añadiendo una hora a mi reloj por el cambio de huso horario, por fin he llegado a Argentina. Pero aquí no acaba mi camino hacia mi próxima población. Caminando 15 minutos más se llega a la terminal de Quiaca, el primer pueblo Argentino, donde he cogido a las 19:30 (18:30 antes de la frontera) un autobús hasta Jujuy (30 pesos argentinos). Ya empiezo a notar con este primer pago que todo es mucho más caro que en Bolivia y ya empiezo a preocuparme. Por otro lado, hay una notable mejor calidad en los autobuses, servicios y carreteras que están pavimentadas y con los carriles debidamente delimitados y señalizados. Y, si se me permite la pedantería aprendida en la autoescuela, con arcén suficiente no pavimentado. Ya de noche, el trayecto con tormenta en el horizonte avecinaba una cercana lluvia.
Lloviendo en la ciudad, he llegado a las 00:30 a la terminal de Jujuy desde donde he caminado un cuarto de hora hasta la hostería Carlos Alvear donde me he hospedado por 38 Ars. Bastante más caro que en Bolivia pero es algo de lo que ya estaba informado antes de entrar en Argentina. Espero no gastar demasiado dinero en este país. He estado casi 18 horas en un autobús y no he podido comer nada consistente en todo el día más unas galletas, unas patatas y un pequeño sandwich de pollo y tengo sueño. Creo que dormiré bastante y mañana me lo tomaré como día de relax.