Después de 30 horas de viaje, hemos llegado al fin a Arica. Pero la odisea continua. Allí mismo he conocido a Ryan de Nueva Zelanda y a Tharik de Brasil que iban en nuestro mismo autobús y que se han unido a Federico y a mí para ir a tomar otro bus ($1500Chs) que nos llevara a Tacna, la primera población de Perú en la frontera con Chile. Me ha parecido extraño que al subir al autobus me quitaran temporalmente el pasaporte pero me he quedado más tranquilo al ver que habían hecho lo mismo con el resto de pasajeros. Al parecer, necesitan hacer un control de pasajeros para dar parte al pasar por la frontera. Una vez hemos llegado a las fronteras, nos han sellado la salida de Chile y la entrada a Perú. Después hemos recorrido otro tramo en bus hasta la terminal de Tacna donde hemos cambiado algo de dinero, hemos atrasado dos horas nuestros relojes (Chile es un huso horario menos pero no tiene hora solar y adelanta una hora su reloj en el equinocio de otoño) y hemos comprado los billetes a nuestros próximos destinos: Federico, Ryan y Tharik a Cusco (que tan buenos recuerdos me trae); y Alejandro (un chico de Buenos Aires que hemos conocido en la terminal) y yo dirección Lima, aunque yo pararé 4 horas antes en Ica para dirigirme posteriormente en taxi a Huacachina, a 5km de Ica.
De cualquier forma, todos nosotros tenemos que tomar un bus a las 9:30 que nos lleve hasta Arequipa y desde allí tomar otro autobús a nuestros respectivos destinos. Los billetes de la ruta Tacna-Arequipa-Ica me ha costado 135 soles. Después de unas cabezadas, películas y charlas con mi compañero de asiento Alejandro, hemos llegado a las 16:00 a Arequipa y hemos ido a almorzar ya que el bus a Lima no salía hasta las 18:30. El menú ha sido un lomo saltado (tiras de lomo de res con verduras, arroz y patatas fritas) acompañado de una InkaCola (bebida gaseosa amarilla típica de Perú) que no probaba desde hacía tiempo. también he notado el cambio de tarifas en los autobuses y comidas de Chile a Perú que tan bien me van en mi economía de batalla (en los hosteles no hay tanta diferencia).
Alejandro y yo nos hemos despedido de Federico, Ryan y Tharik para tomar nuestro bus. Es curioso como al viajar se coge cariño a la gente aunque se haya estado tan poco tiempo juntos. Quién sabe si algún día nos volveremos a encontrar. El viaje es largo y desde que salí de Chile hasta que llegue a Ica habré hecho un record personal de 50 horas de bus. En ese largo trayecto a mi próximo destino, dejo de nuevo las líneas de Nazca atrás que no suponen ningún interés en mí.
Descanso y me duermo con facilidad en el asiento semicama, como siempre he hecho, mientras pienso si a algún familiar o amigo mío le ha tocado la lotería de Navidad en España. ¡Suerte!