Último día en Colombia

13 septiembre 2009

No he dormido mucho pero ha sido una noche estupenda. Miles de emociones han recorrido mi cuerpo mientras dejaba volar mi imaginación hasta que bien avanzada la mañana de mi último día en Colombia he salido a pasear.

El día de hoy ha transcurrido en Popayán con todo el relax y tranquilidad que creía merecer. Para empezar, una comida mediterranea para concluir mi estancia en Colombia y un paseo hasta el Morro del Tulcán para contemplar desde lo alto la ciudad. Las vistas son fantásticas y el clima es ideal. El viento me  acaricia como si tuviera nostalgia de mi marcha y el cielo lloraba, o quizás era yo quien se sentía así. Es inevitable ponerme melancólico al no saber cuando estaré de vuelta pero lo que es seguro es que me llevo un buen recuerdo y muchos momentos vividos.

A la noche me he sentido pleno de energía y una felicidad me ha invadido  casi sin darme cuenta. El sólo pensamiento de continuar mi viaje en solitario y de probarme hace que me sienta vivo. Ahora sé que lo que me depara el camino es conocimiento y bienestar y me siento ansioso y fuerte para vivirlo.

Buenas noches, Colombia! Hasta siempre.


Despedida de Maru

12 septiembre 2009

Como todo turista que se precie, uno suele hacer las compras de regalos y souvenirs el último día del viaje yendo a toda prisa de un lado para otro y pensando si nos dejamos a alguien en el tintero y Maru no iba a ser menos. De un lado para otro hemos ido Lucero y yo para acompañarla en esta ardua empresa en la que he visto mermadas mis fuerzas más que en cualquier otra excursión que haya hecho en Colombia. Es broma, Maru, no me hagas caso.

Ha sido un día donde toda nuestra atención se le ha dedicado a ella. Hemos tenido una agradable visita y hemos comido arepas de huevo, tamales de pipián y pan de bono. Cuando quedaba poco para que su autobús saliera para Bogotá, le ha entrado la nostalgía y ha intentado, en balde, conseguir un avión para poderse quedar una noche más. Todos hemos andado con prisas, comiendo, averiguando información y, finalmente, acompañándola a la terminal. La tristeza de dejar el país en el que nació y vivió muchos años se ha visto refejada en su rostro. Se ha despedido de los suyos y me ha deseado lo mejor en mi camino.

No puedo evitar tener la mente ocupada y sentir ese cosquilleo al pensar que pronto emprenderé mi viaje en solitario sin mi gran compañera Maru. Ella ha sido una agradable compañía en todo momento, nunca ha flaqueado y ha estado sonriente, cosa que a uno le llena de energía y fuerzas para estar a su altura. Hemos compartido las 24 horas de los 18 días en los que hemos pasado muy buenos momentos. Momentos para todo: charlar, caminar, rumbear, tomar, reir, disfrutar, recordar… Ella me ha presentado a toda su familia la cual me ha hecho sentir muy cómodo en Colombia. Comodidad que no encontraré a partir de ahora, o por lo menos en menor medida. Me han malacostumbrado y me han tratado con mucha hospitalidad y amabilidad. Me llevo muy buenos recuerdos. Estar con ella ha hecho más fácil conocer el país y la gente que ahora llevo en mi corazón y, también, me ha facilitado que pudiera volver a ver a mi gran amigo del alma, Carlos. Sin duda, te echaré de menos, Maru. Nos vemos en España.