No puede haber un día peor

28 diciembre 2009

No puede haber un día peor que este. He llegado a la terminal sur de Quito a las 7:00 y he tomado otro bus que salía hacia Tulcán (5$, 5horas) inmediatamente después. En el bus, he visto al hombre que me invitó a comer ayer en Huaquillas y he conocido a Andrés, un chico de Medellín. Una vez en Tulcan he intentado hacer el mismo procedimiento que hice cuando pasé esta frontera (a la inversa) hace más de 3 meses pero no ha sido tan fácil. He tomado un taxi para que me llevara de Tumbes a la frontera pero ha ocurrido lo peor, el conductor me ha asaltado. Me habían informado de este tipo de actos en esta zona pero no esperaba para nada que me ocurriera a mí y ahora. Con agresividad y rapidez, me ha robado la mochila donde tenía todo el dinero que tenía, mi cámara de fotos y mis documentos. Por suerte, mi tarjeta de crédito la tenía escondida en mi zapatilla deportiva. Al salir del vehículo se las ha arreglado para que no viera la matrícula en ningún momento y me ha dejado tirado en la carretera. Nunca había pasado tanto miedo. Por un momento, temía lo peor.

Latiéndome el corazón a mil por hora y sin capacidad de pensar, me he quedado paralizado durante un buen rato. Al fin he concluido que tenía dos opciones. La primera era denunciarlo, ir a la embajada española para hacer de nuevo mis documentos y partir a Cali pero para ello me iba a demorar mucho tiempo y yo quería pasar fin de año con mis amigos. Así que he optado por la segunda opción que era pasar ilegalmente la frontera teniendo en cuenta el poco control que hay. Me parecía una buena idea ya que mi viaje de vuelta a España dentro de dos semanas será desde Quito (Ecuador). Entonces haría como si nunca hubiera salido del Ecuador y ya arreglaría los papeles antes de tomar el vuelo. Pero esto no iba a ser tan fácil. Una vez he atravesado la frontera furtivamente, he tomado un colectivo hasta Ipiales, el primer pueblo de Colombia en la frontera con Ecuador, pero al llegar me esperaba un coche de la policía que me había seguido después de observar mis sospechosos movimientos. No me podía creer la mala suerte que estaba teniendo. El corazón casi se me salía por la boca. He intentado explicarme pero han hecho caso omiso de todo lo que decía, me han metido en el coche como un delicuente y me han llevado a comisaría donde me han enrejado. Puesto que no tenía forma de identificarme, me han dicho que el proceso de excarcelación iba a ser largo. Estaba desesperado. Lo que menos me esperaba es estar encarcelado en un cuartelillo de la policía de Colombia junto con otros indeseables de los cuales no quería ni pensar por qué estaban allá. Estaba muy nervioso y he estado dando vueltas por la celda de un lado para otro hasta que he conseguido irritar a uno de los presos, al que más mala pinta tenía. Me ha empezado a gritar y a exigirme que me sentara y yo he obedecido como un corderito. Sin querer llamar la atención más de la cuenta, pues no sabia cuando iba a salir de allí y los policías no me decían nada, me he quedado sentado en un rincon intentando relajarme. Un hombre pelirrojo que estaba sentado a mi lado y que se ha presentado como Moz ha empezado a hablar conmigo y ha intentado tranquilizarme pero el mero hecho de que me hablara ha hecho que me pusiera más nervioso. Al rato, le he explicado mi caso y me ha escuchado atentamente. Después me ha dicho que él me podía ayudar y que había una manera de salir de allá pero la explicación me ha parecido propia de un cuento de niños o de un loco, cosa qu ele pegaba más a semejante individuo. Yo escuchaba atentamente sus idioteces para no buscarme problemas. Me ha dicho que cerrando los ojos, golpeando los tacones de sus zapotes entre sí constantemente y diciendo en voz alta el lugar donde quería estar haría que me teletransportara para allá. No me podía creer que me estuviera explicando tal estupidez. En ese momento entendí el porqué de su nombre, Moz. Para no ofenderle he accedido a hacer lo que me decía, aunque me sintiera como un tonto. Me he puesto sus zapatos, me he puesto de pie, he cerrado los ojos, he golpeado los talones entre sí y pronunciado en voz alta: quiero estar en Cali, quiero estar en Cali, quiero estar en Cali. Y aquí he aperecido de repente, en el cyber de algún lugar entre Ecuador y Colombia, escribiendo esta chorrada de entrada mientras decido cómo ir a Cali. Un beso a todos.


Atravesando Ecuador

27 diciembre 2009

Después del desayuno, he preparado la mochila por última vez antes de llegar a Cali. Mi intención es dedicar el día pasar a Ecuador y atravesarlo sin parar a dormir en ningún lado. A las 11:00 me he acercado a la Panamericana donde he tomado uno de los muchos combis que pasan recogiendo a la gente que quiere ir a Tumbes (10 soles). Hemos llegado una hora y media más tarde a Tumbes donde me han ofrecido un auto para pasar la frontera por un precio un poco caro. Teniendo la experiencia que tengo sabía que había otra alternativa más barata. Y así era que a una cuada de allí habían colectivos que por 1,50 soles me llevaban a 30 minutos de allá, a Aguas Verdes (la última población de Perú en la frontera con Ecuador). Me han dejado en la oficina de Inmigración donde he sellado la salida y donde he tomado un mototaxi para que me acercara a Huaquillas, el primer pueblo de Ecuador en la frontera con Perú. No sé por qué motivo me ha dejado en medio del pueblo que por cierto no me ha dado muy buena impresión sobretodo porqu eme habían comunicado que no era muy seguro. He atravesado el pueblo hasta que he podido preguntar a un policia que me ha indicado donde había una oficina de turismo. Allí me han tratado de lujo, dándome información de Ecuador que ya no necesitaba (pero no podía ser tan descortés de decirlo) y acompañándome a la terminal de los buses Panamericana que fletan autobuses a Tulcán, el último pueblo de Ecuador e la frontera con Colombia. Pero no iba a ser tan sencilo porque el único autobús que salía a las 16:00 estaba completo. Por otro lado he podido coger la última plaza del autobús que sale a las 19:10 a Quito (10$). Una vez allí ya me buscaré la vida. El problema ahora era sellar la entrada a Ecuador ya que la ofician de inmigración está a las afueras de Huaquillas y el autobús de la compañía no para para sellar. Debido a esto, he tomado un taxi junto a otro hombre que se encontraba en la misma situación que yo y hemos ido a sellar. De vuelto se nos ha agregado otro señor con el que hemso ido a comer algo ya que eran las 15 y quedaba mucho tiempo de espera. No sé por qué motivo nos ha invitado a comer pero se lo agradezco.

Despué sde pasar l atarde tontamente, he subido al bus donde varias mujeres escondían por todo el autobús mercancía para vender en algún mercado pero lo curioso no ha sido eso. Un policía ha subido y ha registrado el bus descubriendo todos los paquetes. Por ello les ha hecho bajar para pagar los impuestos pertinentes para comerciar. Pero estas personas nunca llegaron a bajar del bus porque un pequeño soborno siempre es más apetecible. El resto del viaje he dormido plácidamente aunque pasando mucho frío.


¿Son compatibles las navidades y la playa?

26 diciembre 2009

A pocos kilómetros de Máncora, el bus ha tenido una avería y hemos tenido que esperar unas dos horas a que llegara el refuerzo. Finalmente, he llegado a Máncora a las 10:00 de este dia que es San Esteban (y festivo en mi ciudad) donde un taxista me ha ofrecido su habitual servicio así como otros productos de consumo de dudosa legalidad los cuales son frecuentes en lugares de diversión y relax como es éste. Aduciendo que mi único interés era buscar un lugar donde hospedarme, me ha llevado al hostel Ángeles que tiene desaliñadas cabañas personales por 25 soles, aunque yo la he conseguido por 20. Me quedaré tan solo una noche en esta peculiar población.

Máncora es un lugar turistico de playa donde se respira un ambiente muy surfero y hippie. Está lleno de puestos de artesanía, restaurantes y locales musicales en los que predomina la música salsa, reggaeton y reggae tanto en la zona de playa con en la misma carretera Panamericana. La gente deambula de un lado para otro luciendo su bronceada piel en busca de fiesta o relax. Sin duda, un lugar de contrastes. Se dice que Máncora de Perú es la homóloga de Montañiat de Ecuador.

Después de comer, he ido a la playa a relajarme tomando el sol y a darme el chapuzón que uan vez prometí que me daría en el Pacífico. Se me hace raro concebir la Navidad a altas temperaturas. Uno siempre tiene la idea de la blanca Naviadd del hemisferio norte. Espero no dar muchas envidia a la gente que esté pasando frío en España. El agua estaba deliciosa pero no me he metido a lo hondo pues la corriente era muy fuerte. Una docena de personas practicaban kitesurf aprovechando el fuerte viento que soplaba mientras otra gente prefería tostarse al sol o tomar algo en los numerosos locales de la playa. Me idea era relajarme e la playa y conectarme con el océano y el sol pero al parecer la arena y el fuerte viendo del pacífico no iban a permitírmelo. Los cuatro elementos luchando por provocarme sensaciones de irritación, relax, frescura, calor, preocupaciones y sueños. No he querido quemarme y no he estado mucha shoras. He ido al hostel a descansar y al atardecer he podido ver los primeros mosquitos de la noche por lo que he tenido que hacer uso del repelente. Creo que la mosquitera que hay en la habitación será de gran utilidad.

Me he conectado un rato a internet y después he salido a cenar y a pasear por la noche de Máncora. Imagino que no es solo porque sea sábado pero la gente se ha arreglado para salir a los locales de copas y discotecas. Mientras tomo una cerveza en uno de los locales de la Panamericana, observo que hay muy bien ambiente y parece que todo el mundo se conoce o por lo menso se relaciona. Sin duda, Máncora es un lugar para quedarse una buena temporada y desconectar de todo. Es una pena que yo no pueda hacerlo por falat de tiempo. He decidido ir a otro local en la playa con ambiente más Chillout donde un par de músicos tocaban en directo. Un chico de 19 años con ganas de que lo invitaran a tomar una cerveza se ha sentado conmigo pero al terminarla se ha ido cuando le he dicho que marchaba a dormir cuando acabara la que me estaba bebiendo. Al poco de irse me he pedido otra antes de irme a domir.


Navidad en la carretera

25 diciembre 2009

Me he despertado a las 6:00 para dirigirme hacia otro destino al norte de Perú, Tumbes (frontera con Ecuador). Pero para ello debía pasar por Lima la cual, uan vez más, pasaré de largo conociendo únicamente sus terminales. Por lo pronto, he tomado un mototaxi que casualmente pasaba por Huacachina, que cuesta más barato que un taxi (3’50 soles) y que me ha llevado hasta la terminal de Soyuz. Esta compañía fleta autobuses a Lima cada 15 minutos por 20 soles demorándose unas 4,5 horas. Así que tomo uno a las 6:45

He llegado a las 11:15 y he tomado un taxi que me ha aplicado la tarifa navideña de 8 soles para ir a l aterminal de Flores. Solicitando una rebaja, me lo ha dejado en 7. No he insistido demasiado porque es Navidad y no me apetece pelearme por dos soles de más. Una vez en la terminal de Flores he conseguido un billete en el único servicio en el que había alguna localidad libre, el servicio económico (50 soles). Teniendo en cuenta que los servicios económicos son proporcionales a la incomodidad y que éste me ha costado tres veces menos que un bus semi-cama, podemos decir que puede ser muy incómodo y deducir el teorema que dice: Si x=muy economico, entonces x=muy incomodo. Pero x no es el único factor a expresar. Teniendo en cuenta que el viaje es de 18 horas podemos decir que:  18·x = mevanatenerquesacarconunapalancadelbus. Pero no puedo pedir peras al olmo porqu eme consta que en estas fechas es difícil encontrar buses libres. El bus no salía hasta las 14:15 y he esperado a Claudio, el chico de Lima que conocí en Quito, con el que había quedado. Es una pena no haber podido disfrutar de Lima porque en su compñía hubiese sido mejor. Le pedí por favor que viniera a verme para traeme la sudadera que perdí de vista en Cusco y que por suerte de la vida y por contactos conseguí saber de ella haciendola llegar a Lima por mano de Leen, la chica de Bélgica que conocí en Arequipa. Claudio ha llegado en el último momento cuando ya pensaba que no aparecería. Pero lo ha hecho y con mi querida sudadera en la mano. Nos hemos hecho un pequeño resumen de nuestras andanzas en el viaje. Se nota que a los dos nos ha aportado muchas cosas este viaje aunque nos ha faltado muchas cosas que contarnos. Un abrazo, Claudio, y gracias por dedicarme un rato en este día tan familiar como es la Navidad. Espero poder coincidir de nuevo contigo otro año en algún lugar del mundo.

He tomado el bus e intentado encontrar la postura más cómoda la cual he creido encontrar en alguna ocasión. Entre entretenidas películas, compasivas paradas, amenas charlas con mi compañero de asiento y pequeñas cabezadas, se me ha pasado el día volando. Este día tan especial para algunos y que para mí no ha significado más que un día más en la carretera. Mientrastanto decido que mi próximo destino no será Tumbes, última población de Perú para atravesar Ecuador, sino que será unos kilómetros antes, en las cálidas playas de Máncora para relajarme de mi estresante y largo viaje hasta la ansiada Cali.


Las islas Ballestas y la Noche Buena

24 diciembre 2009

Me he despertado temprano porque a las 7:00 nos venían a buscar para dirigirnos a Paracas, a una hora de Huacachina, y así poder visitar las Islas Ballestas (60 soles). El piloto en cuestión ha sido El Chamo, al cual ya conocí ayer en el desierto. Y digo piloto porque he sentido el mismo nerviosismo que ayer en las dunas pero esta vez en la carretera con más coches, cosa que no me ha parecido tan divertido. Él está seguro de su forma de conducir y critica al resto pero, aunque es un buen tipo, es algo temerario. Tanto que hemos llegado a Paracas en la mitad del tiempo de lo normal, 30 minutos.

Una vez más me encuentro ante el Pacífico pero esta vez más cerca que nunca, en la playa de Paracas, junto algunas gaviotas y pelícanos. Hemos subido en una lancha motora después de pagar 1 sol por utilizar el embarcadero. Primero nos han acercado a la árida Reserva de Paracas donde hemos podido ver unas cuantas aves y el famoso Candelabro, incisión en la piedra de la que se desconoce su procedencia y significado, al má spuro estilo de las líneas de Nazca. Acto seguido, hemos llegado a toda velocidad a las islas Ballestas, trayecto en el que he encontrado una utilidad a mi chubasquero. Yo me lo había llevado para evitar ser salpicado por el guano de la gran cantidad de aves pero, al final, el principal problema iba a ser el agua que nos ha salpicado la lancha.

Las islas Ballestas son las consideradas Galápagos de los pobres y es que en un recorrido de algo más de una hora se recorre algunas de ellas para poder observar el habitat de varias especies de aves, como las gaviotas, albatros, pelícanos, pingüinos y otras, y también de lobos marinos y cangrejos. Ha sido fascinante ver la gran cantidad de aves que habían en aquellas rocas en medio del Pacífico y los numerosos lobos que descansaban al sol en manadas. Hemos pasado por puentes naturales entre las rocas y hemos visto algunas estructuras construidas por el hombre y que se utilizan para conseguir un material que se exporta en gran cantidad desde Perú, el guano de ave utilizado como rico fertilizante.

Hemos vuelto a la carretera con el loco de El Chamo y, en mi caso, me ha dejado de nuevo en Ica para saber si ya funcionaban los sistemas de internet en la ciudad y comprar algunso billetes. No ha sido así y una vez más me he encontrado con las pocas ganas de trabajar de algunos empleados. Así que enojado he ido a comer antes de volver a Huacachina donde he descansado un rato antes de que comenzara la cena de Noche Buena que tenía preparada el hostel para sus inquilinos. Ésta ha constado de una pieza de pollo y otra de pavo, arroz, compota de manzana, panetone, champale (una especie de champagne pero hecho a partir de la malta), batido de chocolate (que dicen los del hostel que es normal pero me van a permitir que dude que tal cosa se sirva como bebida en una cena) y un ron con cola que no he podido beber. El disco de reggetón que sonaba constantemente se ha repetido hasta la saciedad y el chico del bar ha intentado animar el cotarro sin conseguirlo. Al parece, todos nosotros teníamos ganas de una velada más relajada. Quizás haya sido al extrañar nuestros hogares y nuestras tradicionales cenas en familia que son mucho más entretenidas y entrañables. Un beso para la familia. Poco más tarde de las 00:30 me he ido a dormir ya que tengo intención de despertarme temprano. Suerte que tengo facilidad para dormir porque el reggetón retumba en todo el hostel.


Sandboard en las dunas de Huacachina

23 diciembre 2009

He llegado a Ica a las 6:00 y me he despedido de Alejandro que estaba algo adormilado. En la misma terminal, he tomado un taxi que me ha llevado hasta Huacachina (5 soles), a 5km de Ica. Me he hospedado en el conocido Casa de Arena, un hostel con piscina y barra musical, donde he descansado un par de horas antes de volver a Ica y hacer algunas averiguaciones.

Ya no me acordaba de la Perú que tiene las calzadas llenas de irritantes taxis tocando el cláxon para captar clientes. Ni siquiera de la Perú que menos me gusta y me refiero a aquella que ofrece, en algunos casos, pésimos tratos por parte de algunas empresas sin espíritu de servicio ni compromiso con el cliente, sobretodo a lo que empresas de transportes se refiere. A veces no te miran a la cara, otras parece importar más lo que están haciendo que atender, otras ni contestan a las preguntas o lo hacen con toda la calma del mundo que llega a desesperar. Pero es un pez que se muerde a cola y, rompìendo una lanza a favor de los tristemente asalariados empleados, es que ellos son también víctimas de sus déspotas jefes y de la mala educación de los clientes que llegan increpando sin respeto. Un trabajo que debe quemar a cualquiera. Es por ello que he sido un daño colateral en todo este comportamiento cuando he intentado comprar tres billetes de autobús en diferentes compañías para diferentes trayectos y al final me he ido sin comprar ninguno. Solamente en un caso tenían la excusa de que se había estropeado la conexión de internet en toda la ciudad, en las otras dos compañías bastaba con llamar a Lima y reservarlos por teléfono pero igual es demasiado trabajo para Ormeño y Flores.

Ya que estaba en Ica, he aprovechado para conseguir algo de dinero y comer por 6 soles, cosa que en Huacachina resulta imposible. Después he llegado al hostel desde donde he contratado una divertida actividad. Los numerosos hostales y restaurantes de la minúscula y turística población de Huacachina se encuentran rodeando una pequeña laguna que, a su vez, está detrás de un extenso desierto lleno de dunas. La típica actividad allá es el sanboarding y es lo que he contratado en el mismo hotel en el que me alojo (40 soles) pero eso no es lo único que íbamos a experimentar. Alfredo, nuestro piloto, nos ha venido a buscar al hostel en un potente auto de 9 plazas cubierto de una estructura metálica que favorece el vuelco en el caso de que exista. Nos hemos ajustado bien nuestros cinturones de seguridad que tan útiles iban a ser y hemos pagado incomprensiblemente 3’50 soles para entrar al desierto. El viaje había comenzado y era de vértigo mientras corría a toda velocidad por el desierto bajando y subiendo enormes dunas sin ningún tipo de miramiento. Sólo nos quedaba confiar en la experiencia de Alfredo y disfrutar. Finalmente nos ha llevado a lo alto de unas dunas para hacer la verdadera actividad, el sandboarding, aunque yo no sabría decir cual de las dos es más divertida. En la primera bajada, nos hemos deslizado con el pecho apoyado en la tabla y bajando de cabeza por las dunas teniendo como control de velocidad los pies que rozaban la arena. La segunda y tercera pendiente he intentado bajar de pie pero me he dado cuenta que no era lo mío. Posiblemente, los amantes del snowboard y del sandboard no estarán de acuerdo conmigo y me tratarán de hereje cuando diga que he preferido descender de pecho y las razones son la aerodinámica y, a consecuencia, la velocidad. La arena ofrece más rozamiento que la nieve y no podía coger mucha velocidad por lo que caía constantemente. Las siguientes bajadas eran más grandes y pendientes haciendo que cogiera más velocidad y que tuviera un buen subidón de adrenalina. Sólo nos quedaba volver al hostel y, para ello, Alfredo ha hecho de las suyas pilotando el auto por el desierto. Sin piedad y por toda duna, ha subido a toda velocidad por barlovento y bajado por sotavento llegando en ocasiones en la transición a no tocar tierra firme durante algún tiempo.

He llegado al hotel y me he sacado toda la arena que había llegado hasta los lugares más íntimos. Más tarde, he salido a cenar algo donde me he encontrado con Tomo, un japonés que ha hecho sandboarding conmigo. Ha sido difícil comunicarme con él pero un traductor electrónico que tenía ha hecho el trabajo más complicado. Me ha acompañado al restaurante en el que iba a comer algo que tenía que haber probado hace tiempo, el ceviche. En este caso he probado el rico ceviche de cojinova (un tipo de pescado crudo pero marinado con limón y cebolla) acompañado de camote (batata). Después, hemos ido a tomar una cerveza al bar del hostel de Tomo, Carola del Sur, que parece más animado que el mío pero no he tardado en irme porque mañana tengo que levantarme temprano para hacer otra actividad.


Good bye and good trip

22 diciembre 2009

Después de 30 horas de viaje, hemos llegado al fin a Arica. Pero la odisea continua. Allí mismo he conocido a Ryan de Nueva Zelanda y a Tharik de Brasil que iban en nuestro mismo autobús y que se han unido a Federico y a mí para ir a tomar otro bus ($1500Chs) que nos llevara a Tacna, la primera población de Perú en la frontera con Chile. Me ha parecido extraño que al subir al autobus me quitaran temporalmente el pasaporte pero me he quedado más tranquilo al ver que habían hecho lo mismo con el resto de pasajeros. Al parecer, necesitan hacer un control de pasajeros para dar parte al pasar por la frontera. Una vez hemos llegado a las fronteras, nos han sellado la salida de Chile y la entrada a Perú. Después hemos recorrido otro tramo en bus hasta la terminal de Tacna donde hemos cambiado algo de dinero, hemos atrasado dos horas nuestros relojes (Chile es un huso horario menos pero no tiene hora solar y adelanta una hora su reloj en el equinocio de otoño) y hemos comprado los billetes a nuestros próximos destinos: Federico, Ryan y Tharik a Cusco (que tan buenos recuerdos me trae); y Alejandro (un chico de Buenos Aires que hemos conocido en la terminal) y yo dirección Lima, aunque yo pararé 4 horas antes en Ica para dirigirme posteriormente en taxi a Huacachina, a 5km de Ica.

De cualquier forma, todos nosotros tenemos que tomar un bus a las 9:30 que nos lleve hasta Arequipa y desde allí tomar otro autobús a nuestros respectivos destinos. Los billetes de la ruta Tacna-Arequipa-Ica me ha costado 135 soles. Después de unas cabezadas, películas y charlas con mi compañero de asiento Alejandro, hemos llegado a las 16:00 a Arequipa y hemos ido a almorzar  ya que el bus a Lima no salía hasta las 18:30. El menú ha sido un lomo saltado (tiras de lomo de res con verduras, arroz y patatas fritas) acompañado de una InkaCola (bebida gaseosa amarilla típica de Perú) que no probaba desde hacía tiempo. también he notado el cambio de tarifas en los autobuses y comidas de Chile a Perú que tan bien me van en mi economía de batalla (en los hosteles no hay tanta diferencia).

Alejandro y yo nos hemos despedido de Federico, Ryan y Tharik para tomar nuestro bus. Es curioso como al viajar se coge cariño a la gente aunque se haya estado tan poco tiempo juntos. Quién sabe si algún día nos volveremos a encontrar. El viaje es largo y desde que salí de Chile hasta que llegue a Ica habré hecho un record personal de 50 horas de bus. En ese largo trayecto a mi próximo destino, dejo de nuevo las líneas de Nazca atrás que no suponen ningún interés en mí.

Descanso y me duermo con facilidad en el asiento semicama, como siempre he hecho, mientras pienso si a algún familiar o amigo mío le ha tocado la lotería de Navidad en España. ¡Suerte!


Vuelta a casa por Navidad

21 diciembre 2009

Gracias a toda la gente peruana que vuelve a sus hogares para pasar las fiestas de Navidad porque han hecho de me quedara sin billete de autobús para desplazarme entre los paises con comodidad. Como alternativa y por ahora, mer queda psar las fronteras una a una cambiando de autobuses en cada lado.

He tomado un bus ($42800Chs) a las 00:00 que me llevará durante 30 horas hasta Arica, el último pueblo de Chile en la frontera con Perú. Todavía no tengo claro qué haré a partir de entonces pero alguna idea tengo. Me he dedicado todo el día a ver unas cuantas películas de video que ofrecían en la pantalla del autobús, a comer algo que obsequiaba la compañía Tur-Bus y otras tantas que llevaba yo por mi cuenta y a charlar con mi compañero de asienro Federico, un chico de Mendoza (Argentina).

Me espera un largo viaje hasta Arica en el que atravieso el famoso, extenso y árido desierto de Atacama. Sería interesante visitarlo pero el tiempo apremia y me conformo con ver los desiertos que ví alrededor del salar de Uyuni en Bolivia. De todas formas y desde el autobús, las vistas del Atacama a un lado y del Pacífico al otro hacen del paisaje una vista excepcional que se repetirá a lo lago de la costa chilena y peruana.

Me muestro paciente y me abstraigo de mis pensamientos para hacer del largo viaje algo menos desesperante ya que están superados los largos recorridos por la costumbre adquirida. Por otro lado, he de decir que es a primera vez que voy a hacer un recorrido tan largo. Los 30 km no van a ser los únicos en mi ruta hasta Huacachina.