El día que comí Cuy

29 octubre 2009

Me he despedido de Bernardo que marcha a Argentina y de Miguel y Gabi que marchan a Puno. Nos veremos allí pero yo me he quedado un día más. Quería ir a Moray como última visita al Valle Sagrado.

La excursión ha sido algo larga pero me he estado acompañado de Leen. Un autobús dirección a Urubamba nos ha dejado en el cercano pueblo a Moray, Maras (3 soles). Desde allá hemos caminado durante 7 km hasta el atractivo turístivo. Moray son diferentes excavaciones en forma de anfiteatro utilizados por los incas como laboratorio de cultivo para conocer las propiedades óptimas de las plantaciones. Cada excavación tiene varios niveles en forma escalonada y en cada uno, en teroría, un microclima diferente.

Cansados, hemos vuelto a Cusco para despedirnos con una cena con una comida tradicional de Perú, el cuy. Como he dicho alguna vez, el cuy es el conocido conejillo de indias o cobaya. En esta ocasión, he comido cuy chactado que se hace a la plancha y rebozado con harina. Es un rico plato que no dista mucho de la mezcla de sabores del pollo y la codorniz.

Con una cerveza me he despedido de Leen ya que tomamos diferentes caminos. Sé que me llevo una bonita amistad aunque a veces no nos entendamos demasiado hablando medio ingles medio castellano.

He ido a la terminal y he cogido un autobús con la compañía San Luís dirección Puno por 15 soles que salía a las 22:00. Es un buen autobús económico con asiento cama, ideal para pasar la noche hasta llegar a Puno de madrugada. Me han amenizado la entrada al autobús con un mate de coca y es que paso de los 3300 msnm a los 3800. Descansaré las escasas 7 horas que ha tardará en llegar a Puno.


Vuelta a Cusco

28 octubre 2009

Los mosquitos se han dado un festin con mi sangre esta noche y he cogido algo de frío por la noche pero nada puede quitarme la sonrisa de satisfacción de la cara en estos momentos. Estaba cansado pero he cogido fuerzas desayunando en el mismo sitio que cené ayer, Sabor Peruano, uno de los restaurantes más baratos de Aguas Calientes que ofrecen ricos platos..

He iniciado la vuelta a las 9 de la mañana por las vias del tren por las que vine. Dos horas de camino y recuerdos del día anterior me separaban de la hidroelectrica. En el camino me he cruzado casualmente con Barry, el canadiense que conocí en el cañón del Colca, que se disponía a visitar el Machu Picchu. Al llegar, he cogido un colectivo por 30 soles directamente a Cusco, precio que tendría que pagar por el método tradicional de los tres buses alargando así mi llegada. En este colectivo he conocido a Bernardo, un argentino, y a Miguel y Gabi, dos madrileños que hacen el mismo recorrido que yo. Seguramente coincidiremos en más de un lugar. Hemos llegado al Cusco a las 19:00 y me he hospedado en una casa que está en la misma entrada del hospedaje Imperio Inka de la valle Belén, donde se hospedan Bernardo, Miguel y Gabi (15 soles).

Me he duchado y he quedado con Leen, otra chica que conocí en el cañón del Colca, que había llegado de Puno, mi próximo destino. Un amigo suyo, ella y yo hemos ido a cenar al sitio más guiri que hay en Cusco a petición de él. Al menos la comida estaba buena y las birras apetecían. Tomar birras y pisco sours, bailar salsa y jugar al billar han sido nuestro entretenimiento. He finalizado por un tiempo este tipo de turismo que me va a llevar a la ruina y es que el sur de Perú se presta a este tipo de cosas.

Cansado, me he despedido de ellos y me he ido a dormir al nuevo hospedaje.